El 17 de julio de 2006 nació rápidamente Darío, sin embargo su desarrollo no sería tan rápido como su llegada a nuestra familia para colmarla de felicidad, puesto que nacía con el síndrome de Sturge Weber.
Aunque los médicos ya avisaron de la pequeña posibilidad lo supimos tres meses después, a pesar de haber ido varias veces a urgencias porque veíamos «movimientos extraños y raros» en él, pero nadie le daba importancia.
Hasta que un día una doctora de urgencias me dijo : yo no sé lo que tiene tu hijo, pero lo voy a descubrir.
Eso supuso para mí un gran alivio, alguien me hacía caso, pero también empezaron años de hospitalizaciones, convulsiones, rehabilitaciones, medicaciones, controles médicos… que todavía siguen, aunque en mucha menor medida y relajado.
Pero sobre todo supuso un cambio importante en las prioridades de la vida, ya no importaba, por ejemplo, cuando empezaba a caminar, sino que empezara a caminar, y cada logro lo vivimos con una alegría inmensa, aprendimos a disfrutar de cada momento, de cada sonrisa, a levantarnos y a seguir después de cada susto… Y nos ha ayudado a sentir el cariño y el apoyo de la familia y amigos y encontrar gente estupenda y maravillosa que nos ha ayudado siempre, nunca se lo agradeceré lo suficiente.
Esa gente estupenda y maravillosa sigue aumentando y estamos creando una gran familia en esta Asociación que va a conseguir todo lo que se proponga, porque nuestros niños se lo merecen.